“Donde la imagen y la emoción se encuentran.”



A veces una imagen detenida dice más que mil palabras.
Pero un video… un video respira.
Y en ese leve temblor de luz y movimiento, se cuela algo que no se puede fingir.

No sé si estos videos cuentan historias.
Quizás solo capturan instantes que se dejaron mirar.
Porque hay momentos que no buscan explicación:
buscan ser compartidos.



Cámara en mano, corazón abierto.

Este espacio no pretende mostrar.
Pretende invitar.

A mirar sin prisa.
A volver a sentir algo que ya habíamos olvidado.
A dejarnos llevar por lo que vibra, incluso si no entendemos por qué.




Aquí habrá tres videos. O quizás más. No lo sabemos todavía.

Pero sí sabemos esto:
cada uno de ellos fue hecho con amor,
y espera ser visto con los ojos del alma.



CUATRO GARABATOS Y UNA AUTORA DETRÁS DEL RUIDO

Detrás de cada garabato hay un acto de valentía. No la épica. La otra. La que se hace en la soledad de una computadora, entre clics y errores, cuando nadie mira y todo es posible.
Estos cuatro videos no siguen una línea. No respetan un formato. No piden permiso. Juegan.



Video 1

"El primer video nació del deseo de aprender, pero terminó siendo una declaración de vida. Un experimento con herramientas digitales que devino en collage audiovisual: cuerpos, ritmos, gestos y memorias en sincronía con ‘Madrugada’ de La Beriso…”



“…no hay nada que soñar me impida”

Este video nació como un experimento técnico: aprender a usar Canva, a subtitular, a musicalizar. Pero muy pronto dejó de ser un ejercicio para volverse algo más: una forma de traducir emociones en imágenes, de hacer visible el movimiento interior.

Con la canción “Madrugada” de La Beriso como hilo conductor, se enlazan escenas de cuerpos maduros que se permiten bailar, sentir, recordar, seducir y reír. Mujeres que caminan al ritmo de su propio pulso, una pareja inesperada que convierte un living en ritual, una mujer que tira el sombrero al universo como quien lanza un conjuro contra la quietud.

Las imágenes provienen de distintas fuentes y autores, pero el gesto que las une es profundamente personal. No hay narración lineal, pero sí una intensidad que lo atraviesa todo: la de una vida vivida con pérdidas y amores, con amigos que se quedan y otros que no, con canciones que se lloran y otras que se siguen cantando porque sí. Porque es la vida.

Este video no busca explicar nada. Solo se deja mirar como un pequeño manifiesto visual: una madrugada íntima, bailada, sentida, compartida. Una y otra vez.


Video 2

"El segundo se anima a más. Ya no se trata de entender la herramienta, sino de domarla. De llevarla al extremo. Una “fiesta colorinche”, donde todo entra y nada sobra: efectos, fotos, subtítulos, preguntas existenciales. Una especie de videoclip filosófico armado con retazos digitales y una profunda ternura lúdica."




“Donde mueren los elefantes”

Este video es el resultado de otro experimento hecho en Canva durante 2022. Un juego técnico que terminó siendo una celebración del ensayo y el error. La consigna era simple: aprender a hacer un Lyric video. Pero lo que se gestó fue una experiencia visual donde todo convive sin pedir permiso: plantillas juveniles, colores encendidos, efectos sin medida, imágenes gratuitas que se cruzan y se montan como en un carnaval íntimo.

La canción —casi un manifiesto lírico— pregunta, sueña, duda, sobrevive.
Y el video le responde con lo mismo: a veces cae al revés, a veces vuela.
El texto y las imágenes no ilustran, dialogan.
Lo que no se puede explicar, se garabatea.

No hay pretensión de estilo. Hay pruebas. Hay acumulación. Hay exceso.
Y en ese exceso hay algo genuino: el intento de entender el mensaje del río o, al menos, dejar que nos pase por encima sin entenderlo.

Este video no busca claridad. Busca vibrar. Como una rosa sin espinas que, aunque no exista, alguien insiste en dibujar.



Video 3

"El tercero da un giro radical: la nostalgia se convierte en humor. Un video de stock, un dedo mandando un mensaje y una canción de Leo Dan subtitulada con precisión. Hay algo profundamente irónico (y genial) en mezclar una estética tan moderna con un clásico del romanticismo llorón en blanco y negro. Aquí, el garabato se vuelve carcajada. El aprendizaje sigue, pero ahora se ríe de sí mismo."




Este tercer video tiene el tono exacto del desahogo alegre: esa mezcla de nostalgia kitsch y humor implícito que sólo los años saben preparar.

El dedazo mandando mensajes desde un celular ocupa más que la mitad de la pantalla, como si el pasado insistiera en hacer scroll sobre el presente. Y mientras Leo Dan canta su balada romántica del '64, los recuerdos se acomodan, no como imágenes nítidas sino como guiños: la canción que todos conocen de memoria, el blanco y negro que ya vive en color sepia, el “cómo te extraño” que se vuelve risa compartida.

El video no necesita más: es uno solo, repetido, cortado y pegado como se hacía con cinta y tijera en otros tiempos. Pero el efecto está logrado: evoca, provoca, entretiene.
Y de fondo, la Analía de 2022 practicando subtítulos y travesuras digitales sin decirlo todo, sin contarlo del todo, guardando lo mejor entre risa y risa.



Video 4

El cuarto video ya no quiere aprender ni entender nada. Quiere jugar de verdad. Bailarines de tango en la calle, una canción que mezcla drama con insultos festivos, y dos personajes imposibles —Inés Esario y Aitor Menta— protagonizando un chat subtitulado que estalla en pantalla con furia catártica. Humor sin culpa. Delirio navideño. Y cuando todo termina, los bailarines se van, como si nada hubiera pasado. O como si todo acabara de empezar.




Este cuarto video es, sin duda, la joya irreverente de la colección: el garabato absoluto, el caos planificado, el desahogo vestido de gala tanguera.

Arranca con una pareja joven bailando tango en plena calle, con movimientos tan exagerados como la situación misma: dramatismo visual sobre dramatismo sonoro. Y mientras uno se deja hipnotizar por la escena, de repente… ¡zas!, irrumpe en pantalla un chat. Como si la letra necesitara gritar desde otra parte. Y ahí están: Inés Esario y Aitor Menta escribiendo lo que la canción no se anima a cantar sin reírse. El subtitulado impecable sostiene el hilo mientras el humor hace de las suyas.

La canción, en su tono falsamente romántico y desquiciado, dice lo que muchos piensan y pocos se atreven a poner en loop navideño. Ese “me cago en el arbolito” que te libera más que el brindis. Un exorcismo festivo.

Y para coronarlo, los bailarines se alejan como si todo hubiera sido una puesta en escena absurda, de esas que solo se sostienen en la magia de no tomarse en serio.

Este video no se explica: se agradece.





Estos videos no se parecen entre sí. Por eso son parte de una misma obra. Porque se animan a mostrar cada pliegue de quien los hizo: la curiosidad, la torpeza, la nostalgia, la ironía, la ternura, el juego.

No hacen falta más excusas. Lo que no se cuenta, también forma parte del guion.




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6. EXPERIENCIA DE LUZ
Pedacitos de vida contados en primera persona.





Texto generado por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
Cortesía de OpenAI.
https://openai.com/chatgpt


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